El sábado 26 de octubre, a las 6:00 de la mañana se reunió un grupo de apoderados, educadores, además de un estudiante del Instituto, con el objetivo de realizar nuestro octavo peregrinaje al encuentro de nuestros hermanos en situación de calle.
El grupo inició su misión después de una breve oración a las afueras del Instituto, porque en esta ocasión el colegio estaba cerrado, por ser sede de elecciones.
Testimonio de Víctor Rivas Friz, Director de Pastoral
«En el inicio del camino, nos fuimos encontrando con diversas realidades escondidas en aleros, rincones o en la calle, buscando no llamar la atención. Muchas personas en situación de calle a esa hora ya están en pie, porque la luz los despierta y comienza el movimiento de la ciudad. Así en ese breve encuentro fraterno nos comparten sus nombres, historias, lugar donde duermen o sus sueños.
Uno de ellos nos pide datos de trabajo, de lo que sea, preferentemente conserje, otros nos hacen un análisis socio político de las elecciones y su pronóstico, otro nos bendice por pasarlos a ver y a compartir un rico desayuno, y otro nos dice que el 12 de noviembre está de cumpleaños. Cada uno con dolores y penas, pero con esperanza y mucha alegría.
Algunos rostros son conocidos y van a nuestro encuentro, nos saludan con cariño y nos reclaman porque la semana pasada no los fuimos a ver, ya que para ellos el tiempo no tiene reloj y no avanza. En esta ocasión, entregamos junto con el kit de alimentación y set de aseo que agradecieron con cariño.
Hace falta detenerse, sin juzgar, sin preguntar mucho y contemplar, como convierten los cajeros automáticos en sus dormitorios 5 estrellas, con un cartón en el piso y con el deseo de pasar una noche tranquila, sin que nadie los agreda y saque de ese lugar.
Son rostros, historias, nombres, son hermanos, son Cristos pobres que no vemos, pero están ahí, buscando el instante para aparecer y decirnos que soy Hijo de Dios, persona humana.
Agradezco a quienes animan esta experiencia, y los invito a todos vivirla, a sacrificar una mañana, porque vale la pena. hay mucho por hacer y es un granito de esperanza en el corazón de cada uno de ellos/as«.
Ana María Gómez, apoderada de 8° básico y II medio.
«Mi experiencia como peregrina hay sido muy remecedora y llena de cuestionamientos acerca de mi rol en la sociedad como persona y principalmente como persona cristiana. Por otra parte me llena de una esperanza renovada el poder colaborar con un pequeño grano de arena en esta gran causa liderada por el Instituto. Agradezco poder ser parte de esta iniciativa«.
Antonio Fernández. apoderado
«En todo este tiempo que he estado con los peregrinos, me cuesta conectar todas las palabras junto con las emociones, pero si debo describirlas, es entender el profundo significado de ayudar al que más lo necesita, es una experiencia que llena el corazón, una manera de conectar con lo más esencial de la humanidad. Cada conversación con ellos me permite ver sus historias, sus luchas y esperanzas, y me hace sentir que tenderles la mano es lo correcto, que cada gesto y palabra de apoyo puede aliviar su camino, aunque sea por un instante. Ayudar a los peregrinos se ha vuelto más que una labor, es un llamado que me recuerda lo valioso de ser bondadoso y la solidaridad, haciéndome consciente de la importancia de acompañarlos en su viaje con empatía y respeto«.