Tras un año de trabajo en sus horas de Orientación, los niños y niñas de Kínder lograron, finalmente, conocer un gran misterio.
Luego de una intensa búsqueda, se encontraron con un cofre. Dentro de éste estaba un espejo que les permitió mirarse y descubrir que el tesoro era ellos mismos.
Para coronar esta significativa actividad, que desarrolla los valores del Instituto y trabaja la autoestima de los estudiantes, cada educadora junto a su asistente reunió a los niños para conversar de esta experiencia.
Dentro de un sobre gigante estaban las cartas que cada familia escribió para sus hijos. Las tías se encargaron de leer los mensajes de los padres que emocionaron a los niños.